martes, 18 de septiembre de 2012

Listo para el despegue...


Estoy a algunos días de cambiar otra vez el destino de mi vida para siempre, he vendido todas mis cosas y fue realmente triste verlas partir. Cuando empecé a arreglar todo en maletas y cajas para empezar a vender las cosas grandes un sentimiento de nostalgia invadió mi pecho, fue tan fuerte que por un momento me asusto. Seguí con mi labor de ordenar toda mi vida de forma que los muebles quedaran desocupados, la verdad no fue tan difícil como esperaba en cuanto a tiempo y organización, sin embargo cada cosa que ponía en una caja reflejaba una imagen en mi memoria y la gran mayoría eran momentos memorables. Uno suele pensar en solo algunos tiempos memorables ¿Saben? Recuerdan su vida por alguna razón y ven al pasado, piensan que esos tiempos fueron padres y tienen grandes espacios vacíos entre un momento y otro. Algo que me gusta mucho de los flash-backs que experimente mientras empacaba mis cosas, era que cada recuerdo era igual o tan valioso como el anterior. No hubo nada de lo cual arrepentirse, claro que hubo momentos muy rudos, muy solos, muy fríos, llenos de una soledad abrumadora que estuvieron al borde de la locura y la autodestrucción. Pero aún así añoro esos momentos de incontrolable debilidad, donde mi mente y mi cuerpo experimentaron momentos muy íntimos y obscuros, se dieron la oportunidad de encontrarse en un estado totalmente primitivo y desconocido: pensé, escuché, vi y viví cosas que en mi vida me imagine que iba a pasar, por el simple hecho de que estas eran inexistentes para mi y hasta el mismo momento de experimentarlas y sufrirlas me di cuenta de lo fuertes e importantes que son estas experiencias para un ser humano.

¿De qué sirve no aventurarse? ¿De qué sirve vivir una vida llena de muebles bonitos y de una tendencia a la cotidianidad? La viví tanto tiempo y aún en mis tiempos de adolescente hacia lo que fuera por salir de ella, cualquier cosa que hiciera mi día diferente o al menos significativo era digna de ser probada e intentada. Creo que hasta hoy a mis 25 años entiendo muchos "problemas" de conducta que siempre han estado presentes en mi vida, odio estar en un solo lugar, odio estar rodeado de la misma gente una y otra vez, odio sentirme atorado en un mundo que no es mío y siempre he tenido esa necesidad de saber más y más, de probar más y más, de ver más y más.  Esta necesidad surge de mis más profundos deseos, sueños y anhelos. Estos últimos tres años en especial me han hecho llegar a la conclusión de que la vida no esta llena de felicidad, que hay una mezcla impresionante de sentimientos, tiempo, espacio, personas, vivencias y experiencias que no permiten la felicidad absoluta al instante. Nos cuesta mucho quitarnos de la mente todos los clichés infundados por los medios me comunicación y la mala programación televisiva. Desde que me salí de la casa no he prendido un televisor y las pocas veces que me he topado con uno me abruma ver tanto ataque publicitario y masivo de los medios de comunicación y los diferentes gobiernos. ¿Cómo podemos ser LIBRES si estamos encerrados en nuestro propio mundo, en nuestro propio que-hacer que fue infundado y decidido desde el momento que fuiste un feto? ¿Recuerdan acaso que nos cortaron el cordón umbilical? Todo en esta vida te libera, todo lo que queda atrás es solamente un empujón disfrazado de mala o buena experiencia, pero EXPERIENCIA al fin. Quiero ver el mundo, quiero bailar en el, quiero amar en el, quiero explorar en el hasta que se canse de mi y me absorba en el ciclo de esta impresionante burbuja infinita.